El Tabaco Salvador (segunda parte)

Agricultura Economía Nacional Política

La campaña tabacalera 2025 cerró con cifras récord en Misiones, consolidando a la provincia como la principal productora del país y garantizando un importante flujo de fondos a través del FET. Sin embargo, el entusiasmo por los volúmenes logrados contrasta con el malestar de los productores por los bajos precios recibidos y la falta de una política pública clara que acompañe una salida gradual hacia economías más sustentables y saludables.

Si hay una segunda parte, hubo una primera:

La campaña tabacalera 2024/2025 cerró con un número histórico para Misiones: más de 39 millones de kilos acopiados, un registro que ubica a la provincia en el primer lugar del país entre las siete productoras. Es, además, la segunda mejor zafra de la historia provincial, solo por detrás de la 2008/2009. Este repunte no solo devolvió protagonismo a un sector golpeado por años de inestabilidad climática y contrabando, sino que también se volvió, en los hechos, el salvavidas económico de miles de familias productoras, en un año marcado por la crisis de rentabilidad en otras actividades tradicionales como la yerba mate, el té, los cítricos y los cultivos forestales.

El Fondo Especial del Tabaco (FET), clave en la arquitectura económica del sector, también se verá fortalecido. Como el 80% de los recursos del FET se distribuyen según volumen acopiado, el desempeño misionero permitirá un ingreso superior para asistencia directa al productor, complementos de precio y programas de reconversión. En total, más de 11.300 productores participaron de la campaña, un 20% más que el ciclo anterior. Se estima que unas 38.500 personas estuvieron directamente vinculadas al proceso.

Pero esta zafra récord también obliga a preguntarnos a qué costo estamos celebrando este repunte.

Mientras buena parte de la sociedad —y del propio Estado provincial— destaca con alivio la magnitud del acopio y el ingreso de divisas, no puede pasarse por alto que estamos hablando de una economía basada en un producto que daña la salud pública, que requiere un uso intensivo de agroquímicos, algunos de ellos cuestionados en otras actividades, y que depende mayoritariamente del esfuerzo de pequeños productores con escaso margen de rentabilidad.

La contradicción se vuelve más notoria cuando, desde otras áreas del Estado, se promociona a Misiones como reserva ambiental, libre de glifosato y protectora de la biodiversidad. Sin embargo, el tabaco, en su etapa de producción, demanda el uso frecuente de sustancias de alta toxicidad, muchas veces manipuladas sin protección adecuada por productores y sus familias. Aunque este dato rara vez forma parte del balance oficial, existe evidencia local e internacional sobre los riesgos sanitarios de esa exposición constante, sumada a las condiciones de trabajo artesanal propias de la actividad.

Según explicó el subsecretario de Tabaco de la provincia, Carlos Pereira, el desequilibrio en el sector yerbatero fue uno de los factores clave que empujó a miles de productores a ampliar su superficie tabacalera. “Muchos vieron que el precio de la yerba no alcanzaba y decidieron volcarse al tabaco, que les podía asegurar ingresos más rápidos”, sostuvo.

Este cambio produjo un aumento tanto en cantidad de productores como en superficie sembrada. A las 21.500 hectáreas implantadas con tabaco tipo Burley se sumaron además rendimientos técnicos por encima del promedio histórico, que llevaron incluso a generar un volumen mayor al previsto, provocando una sobreoferta que tensó la relación entre productores y acopiadores.

El conflicto por los precios fue otra señal del modelo en crisis: la campaña comenzó sin acuerdo de valores, y el precio promedio pagado se ubicó en $2.796,60 por kilo, lejos de los $3.000 que reclamaban de base los gremios. La desregulación nacional, impulsada por el gobierno de Javier Milei, desdibujó los mecanismos de negociación y generó incertidumbre sobre el futuro del sector.

Sin caer en la demonización de una actividad que, hoy por hoy, sostiene económicamente a miles de familias, urge comenzar un debate honesto sobre el horizonte y la modalidad de la producción tabacalera en Misiones. Si como provincia queremos avanzar hacia un modelo de desarrollo ambientalmente sostenible, debemos empezar a ofrecer verdaderas alternativas productivas a los pequeños colonos que hoy, por falta de opciones, siguen dependiendo de un cultivo que no solo es frágil en términos de mercado, sino también contradictorio con la narrativa ambiental que Misiones impulsa en otros foros.

La reconversión productiva no puede seguir siendo una consigna. Tiene que convertirse en una política con recursos, con acompañamiento técnico real y con canales de comercialización alternativos para que esos productores puedan sostenerse sin tener que elegir entre la salud y la subsistencia.

El tabaco, una vez más, salvó el año. Pero no puede ser el plan a largo plazo.

Fuente: LVD y medios digitales