Está en la región de Calabria y cada año celebra una fiesta en honor al mate. Similitudes y diferencias en las tradiciones alrededor de esta infusión.
Por: Catalina Deguer Para: Clarín
En un pequeño pueblo de Italia adoptaron una famosa costumbre argentina: tomar mate. Tanto es así que Lungro -la localidad en cuestión- fue apodada la Capital Europea del Mate y hasta tiene un festival en honor a esta infusión.
Atardecer en Lungro, Italia. Foto Clemente Rennis.
La tradición está instalada hace más de un siglo en este destino de la región de Calabria.
Y como nosotros adoptamos costumbres tanas de los inmigrantes que llegaron entre los siglos XIX y XX, ellos hicieron lo suyo con el mate.
Los italianos que vinieron a la Argentina, en busca de mejores oportunidades, enviaban yerba de regalo -como un souvenir curioso- a sus familiares y amigos que se quedaron en Europa, y quienes regresaron a Italia, propagaron los conocimientos sobre cómo prepararlo.
En Lungro se consigue yerba
En las tiendas de Lungro es muy fácil conseguir yerba. También el mate, al cual llaman kungullo y hasta hace unos años algunas familias lo fabricaban con calabazas. La bombilla se denomina pumbixhi y al recipiente en el que se calienta agua le dicen çikullatera.
Postal del Lungro, el pueblo italiano donde se toma mate. Foto Clemente Rennis.
“Estos términos no derivan del italiano sino del arbëreshë, una lengua minoritaria que Lungro mantiene desde hace más de seis siglos debido a la llegada de los albaneses hacia el 1400”, explica Clemente Rennis, quien administra la cuenta de instagram @VisitLungro-Ungra.
En esta localidad de apenas 2.500 habitantes, tomar mate también es un ritual. Reúne a las familias y al gjitonie (el vecindario en lengua arbëreshë) y, al igual que en Argentina, todos toman de la misma bombilla.
Sin embargo, el mate en Lungro tiene sus particularidades. “El kungullo se prepara con azúcar, un trozo de carbón caliente, que luego se retira, y una piel de naranja para mejorar el sabor. Después se agrega la yerba mate y el agua caliente”, cuenta Rennis, al tiempo que asegura que toma mate todos los días.
El mate, un atractivo turístico en Lungro
Anna Stratigò es la gran abanderada del mate en Lungro: es la presidenta de la Academia del Mate, organización que hace 10 años realiza cada primero de agosto la Festa del Mate en este pueblo. Un evento con shows de música, danza y comedia donde también la gente puede encontrar diferentes productos a la venta, todos relacionados con el mate.
“El mate es parte de nuestra identidad. Está instalado desde hace más de un siglo. Nacemos en hogares en los que bebemos mate alrededor del fuego, todos juntos. Pensé que teníamos que hacerle saber al mundo que éramos una pequeña Argentina”, cuenta Stratigò en comunicación con Clarín.
El festival, que este año tendrá su décima edición, comienza siempre con la interpretación de La canzone del mate, compuesta por Stratigò e interpretada por niños en arbëreshë.
La mayoría de las actividades tienen lugar en la Plaza del Mate, frente al Palacio Stratigò, una casa museo que pertenece a la familia de Anna desde hace 15 generaciones y es muy popular en Lungro.
Allí, funciona la Academia del Mate, la Casa Museo del Risorgimento, la Oficina della Música, un Bed and Breakfast y la Casa del Mate, la única de Europa.
Productos argentinos a la venta en las calles de Lungro. Foto FB Lungro Capitale del Mate.
En esta última hay una exposición en la que se exhiben una gran cantidad de mates, bombillas, varios tipos de yerba mate, cuadros, la bandera argentina y diferentes fotos entre las que se destaca la del Papa Francisco tomando un mate que la misma Anna le ofreció durante una visita a Calabria.
Qué hacer en Lungro más allá del mate
Lungro no sólo es un lugar conocido por el mate sino también por mantener vivas las tradiciones de los inmigrantes albaneses que fundaron este lugar en la segunda mitad del siglo XV.
Allí se habla el arbëreshë y se mantienen diferentes costumbres.
Interior de la Catedral de San Nicola Di Maria. Foto Clemente Rennis.
Quien llegue hasta aquí no podrá irse sin probar alguna de las especialidades gastronómicas calabrio-albanesas: dulces a base de miel y shtridhëlat me fasule, una pasta servida con salsa de tomate y chauchas, un plato típico de la zona.
Además, Lungro es una capital religiosa y sede de la Eparquía de rito greco-bizantino.
Son muy populares las celebraciones religiosas como Pascua (Pashkëvet) y el famoso Carnaval (Karnivalli), durante el cual las calles de la ciudad cobran vida con trajes tradicionales, bailes, cantos y desfiles.
La Catedral de San Nicola di Mira, de rito greco-bizantino, es una parada obligada. Su interior es una belleza: mosaicos y frescos decoran las paredes y el techo.
Montañas y senderos, paisajes naturales de Lungro. Foto Clemente Rennis.
Otro atractivo es el Museo Diocesano donde se pueden ver platería religiosa, pinturas y vestimentas litúrgicas de diferentes épocas.
Por otro lado, este pueblo está ligado a la actividad minera, que contribuyó a la economía de todo el territorio hasta 1976, cuando las minas de sal se cerraron.
Los mineros de Lungro fueron protagonistas de la unificación de Italia (y por eso Lungro es la ciudad del Resurgimiento) liderando las primeras luchas obreras y las primeras sociedades de ayuda mutua.
El Museo Histórico de las Minas de Sal “G.B. Rennis” abrió en 2012. Allí se conservan objetos, fotografías, uniformes y documentos recuperados de las minas. Es un testimonio de una de las minas más antiguas e importantes de Europa, utilizada por los colonos griegos de Síbaris y Turij, los romanos y los normandos, que crearon un floreciente comercio de sal transportada en mula.
Actualmente, hay un proyecto para recuperar la antigua zona minera.
Pero esto no es todo. Lungro es también una de las puertas de entrada al Parque Nacional del Pollino, que tiene 192.565 hectáreas y se caracteriza por su gran cantidad de macizos montañosos. Es un lugar perfecto para practicar senderismo y mountain bike.
Fuente: Clarín