El show de Parque Lezama fue una clase perfecta de cómo se empieza a autodestruir un gobierno. En el próximo recital van a pisar pollitos.
Por: Alejandro Borensztein Para: Clarín
Antes que nada, le sugerimos a la diputada Vanina Biasi del Partido Obrero, quien le gritó “genocida” a la diputada del PRO Sabrina Ajmechet por expresar su solidaridad con Israel, que si este verano tenía pensado vacacionar en Irán, mejor no vaya. Por más que allá en Teherán sepan que Biasi detesta a los judíos, odia a Israel y admira a los terroristas de Hezbollah y de Hamas a los que considera héroes de la resistencia contra la opresión capitalista, no le van a tener piedad. Ni bien Biasi llegue, se ponga la bikini, el pañuelo verde y empiece a predicar los valores del feminismo por la playa, la van a colgar del primer poste de alumbrado público que encuentren, por más antisemita que sea. Nuestra humilde sugerencia para la diputada del Partido Obrero es que, si su idea es seguir apoyando el accionar del terrorismo fundamentalista islámico, mejor que lo haga desde Mar del Plata. Es más seguro.
Dicho esto, vamos a lo importante.
Alguien debería agradecerle a Sergio Massa por haberse hecho presente en la marcha universitaria del miércoles. En momentos en que mucha gente empieza a expresar dudas sobre el rumbo del gobierno, la reaparición de Massa tuvo un efecto valiosísimo: permitió recordar por qué ganó Milei. Si hay algo que al León le sobra es suerte. Cada vez que se va a la banquina reaparece el kirchnerismo y lo salva.
Hubiera sido perfecto que Massa también llevara a Alberto, pero evidentemente todo no se puede. Además el kirchnerismo no podía correr el riesgo de que el “expresidente” se descontrolara y empezara a pedirle el número de celular a cuanta militante se le cruzara o, peor aún, intentara rozarlas un poquito. Recordemos que el pobre tipo lleva meses encerrado, solo como un perro, en ese derpa de Puerto Madero que le presta Pepe Albistur, el del pochoclo. Por más que Alberto sea el Campeón Latinoamericano de Onanismo, para él debe ser muy duro transitar semejante racha de abstinencia.
Por otra parte, ver a Massa mezclado entre la gente, con el termo y el mate, haciéndose pasar por un tipo simple y popular es una prueba contundente de que los asesores catalanes y brasileños le siguen robando la plata. No sabemos si se la roban a él o a sus benefactores, pero acá alguien le está comiendo la billetera a alguien.
El “tajaí”, el “por sí o por no” y ahora el mate en el medio de la marcha, le ha costado mucho dinero a alguien. Esperemos que la guita no la haya puesto él mismo ni Tombolini ni haya salido de las SIRA. Dios quiera que solo sea la donación de un empresario millonario que lo quiere mucho.
Obviamente Massa, o su benefactor, no es el único al que le muerden la billetera al divino botón. También hay alguien que cobra por escribirle los discursos al presidente Milei. Quien haya sido, no tuvo mejor idea que copiar textualmente el parlamento de un personaje de la serie The West Wing y hacérselo decir al León nada más y nada menos que ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Posta. Un papelón internacional difícil de empardar.
Tal vez fue un boludo cualquiera de esos que hay en todos los gobiernos (siempre hay un boludo), o quizá fue una nueva genialidad del topito Santiago Caputo, el agente infiltrado que hay en el gobierno para llevar adelante el plan de destruir a Milei haciéndole hacer y decir barbaridades todo el día.
El acto de Parque Lezama fue otra clara demostración de ese plan. Hay que reconocer que el recital fue espectacular: música, gritos, insultos, agravios, escraches, barras de falangistas por todos lados. Hermoso. Un despliegue de delirio y violencia pocas veces visto. Todo indicaría que en el próximo recital pisan pollitos.
Fuera de estos detalles, el evento también sirvió como el debut político de Karina Milei. Toda una sorpresa. Viendo la facilidad de palabra que tiene y la claridad de pensamiento que expresa a la hora de enfrentar multitudes, es evidente que su aparición en la política nacional es un aporte de Dios para que Máximo Kirchner no se sienta tan solo.
En cualquier caso, todo el evento fue una clase perfecta de cómo se empieza a autodestruir un gobierno. Si todo esto lo craneó el topito Caputo hay que sacarse el sombrero.
Usted dirá amigo lector que, pese a todas estas cosas, la economía se va tranquilizando, está bajando el dólar, aumentaron los depósitos en moneda extranjera, el riego país baja y la inflación pasó del 25% al 4% mensual. Es verdad, todo muy lindo pero si el León sigue con su show heavy metal y cambia la imagen de Javi blandiendo la motosierra por la de Jack Nicholson con el hacha en la mano, no habrá ninguna posibilidad de restablecer la confianza. Y ya sabemos que sin confianza no hay solución.
Por este camino solo veremos gente vendiendo dólares, cuyo valor está asegurado por esta nueva tablita de Martínez de Hoz, para hacerlos laburar en pesos, salir a tiempo, volver a comprar los dólares y sacarlos de los bancos argentinos antes de que sea demasiado tarde. El único truco es saber cuándo salir. Ya pasó. Ya los vivimos.
Nobleza obliga, pese a la locura que expresan Javi y la falange de propaganda que lo acompaña, hay que reconocer que el gobierno ha logrado tres cosas que parecían imposibles de conseguir: terminaron los cortes y los piquetes, aprobaron la tantas veces reclamada Boleta Única y resucitaron a Cristina Kirchner quien, si el gobierno no recapacita, va rumbo a su tercera presidencia. Perdón por arruinarle el domingo, amigo lector, pero el que avisa no traiciona.
La embestida contra la universidades públicas fue completamente innecesaria e injusta. Con una buena auditoría por decreto y un cacheo diario a Yacobitti alcanzaba y sobraba.
Es posible que el gobierno tenga algunos prejuicios con las universidades públicas. Si nos ponemos a pensar que de allí salieron Néstor, Cristina, Miceli, Peirano, Lousteau, Lorenzino, Boudou, Aníbal, José López, De Vido, Zannini, Ginés, Alicia Kirchner y tantos otros próceres del kirchnerismo, directamente habría que cerrar todas las universidades. Ni hablar si nos acordamos de que, además de haberse graduado allí, el “expresidente” Alberto también era “profesor”. Ojo, Dujovne también fue a la UBA, digamos todo.
Sin embargo, también cabe reconocer que de las universidades públicas, además de estos winners, salieron miles de profesionales serios, honestos, capaces y preparados que le hicieron mucho bien al país. No dejemos que Parrilli eclipse a Leloir.
Una curiosidad: en la marcha en defensa de la universidad pública se destacó el abrazo eufórico entre Sergio Massa y Guillermo Moreno. Raro porque Massa se recibió en la Universidad de Belgrano y Moreno en la UADE. O sea, considerando la performance de estos dos cracks, con la misma lógica también habría que cerrar las universidades privadas.
La contracara de todo esto es que mientras el gobierno derrocha espanto en Parque Lezama, el artista vivo más importantes de la historia está en Buenos Aires, emocionando generaciones.
Paul McCartney no pisa pollitos.