Los “tractorazos” realizados en varios países de la CE tuvieron resultados, se dejaron de lado los programados recortes por la mitad en usos de herbicidas y emisiones de CO2.
La extraordinaria capacidad de movilización de los productores han obligado al órgano ejecutivo de la Unión Europea a retroceder en todos los puntos que reclaman.
Los productores agrícolas europeos son solo 4% de la fuerza de trabajo del continente, cuya población alcanza a 580 millones de personas. Pero su extraordinaria capacidad de movilización, sumado a su reconocido poder de lobby, han obligado al órgano ejecutivo de la UE –Comisión Europea/CE a retroceder en todos los puntos que reclaman, ante todo en el plano crucial del “calentamiento de la atmósfera” o cambio climático.
El resultado ha sido que la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, ha dado marcha atrás en 2 medidas fundamentales: en 1er. lugar, ha desechado la provisión crucial del régimen de “Una Europa Verde” (“Green Deal Climate Low”), que preveía recortar por la mitad el uso de los pesticidas en 2040, señalando que va ser objeto de “Nuevos Estudios”, eufemismo utilizado como sinónimo de “desaparición”; y al mismo tiempo se liquidó el recorte por la mitad de la emisión de dióxido de carbono (Co2), objetivo que se había impuesto al agro a cumplir en 15 años.
La rebelión de los productores agrícolas europeos está ahora en plena ofensiva, y la Unión Europea / que es la combinación del Gobierno de Bruselas o CE, sumado al Parlamento de Estrasburgo, acepta una vez más su derrota política y la virtual hegemonía del sistema agroalimentario.
Final también para las importaciones agrícolas provenientes de Ucrania
También Úrsula Von der Leyen ha aceptado terminar con el carácter de excepción de las importaciones agrícolas provenientes de Ucrania, que se duplicaron el último año cuando pasaron de 7.000 millones de euros en 2022 a 13.000 millones el año pasado.
Es evidente que la solidaridad europea con Ucrania termina allí adonde empieza la hegemonía de los productores agroalimentarios; y que el Lobby agrícola es más poderoso incluso que el miedo que despierta Vladimir Putin. Von der Leyen reconoció explícitamente el poderío invicto de los agricultores europeos cuando señalo que ahora debe primar “… la preocupación por el futuro de la agricultura y su propio destino como productores”.
El problema de fondo de la agricultura europea es que se ha transformado en una actividad hiperregulada y extraordinariamente subsidiada que impone, como contrapartida, una carga abrumadora de tareas administrativas y burocráticas a los productores del Continente. Por eso ahora la Comisión Europea / CE ha resuelto volcarse al sector industrial urbano, con la advertencia de que esto implica potencialmente una completa ruptura entre las elites de la UE y los hombres y mujeres comunes de la Europa urbana e industrial.
Lo que está en juego en definitiva es la profunda carencia de legitimidad social y política del aparato de gobierno europeo, una desconexión estructural que la acecha desde su origen mismo en la década del 60’. Esto sucede cuando Europa experimenta un renacer de la extrema derecha, en todas partes y al mismo tiempo, desde “Alternativa por Alemania” en la República Federal, al “Frente Nacional” de Marianne Le Pen en Francia, y Vox liderado por Santiago Abascal en España.
Todo este acontecimiento tiene ahora como epicentro las elecciones para el Parlamento Europeo que tendrá lugar en Junio de este año.
Esto implica en definitiva que la región que aparecía en el mundo como la más preocupada frente al “cambio climático”, no ha podido resistir el enfrentamiento con el movimiento agroalimentario, con sus tácticas de tractorazos y cortes de rutas, que con razón se sienten los triunfadores de esta epopeya poco heroica.
También les muestra a los sectores urbanos e industriales cual es el camino más efectivo de reivindicación y ese sin duda es la virtual insurrección de los agricultores de Europa.
De ahí que hayan sido directamente eliminadas las clausulas de la “ley verde” que establecían un recorte de 30% en las emisiones de nitrógeno y gas metano en 2040, y ha desaparecido completamente el objetivo máximo de reducción de 90% de la emisión de dióxido de carbono (Co2) pactado también en ese periodo.
Hace más de 20 años que Europa ha abandonado los gobiernos socialdemócratas y de izquierda, y se ha concentrado con matices, en la centroderecha tradicional que hasta ahora controla el Parlamento Europeo y canaliza las reivindicaciones agrícolas.
Europa, en síntesis, experimenta una crisis brutal de identidad, y se vuelca así adentro abandonando toda pretensión de protagonismo internacional.
Lo curioso, sin embargo, es que todavía insista en brindarle a otras regiones del planeta lecciones de comportamiento ambiental, como es el caso del Mercosur en el fallido acuerdo entre la región y Bruselas.
Europa hoy une a su impotencia internacional un altísimo concepto de sí misma en materia de medioambiente y cambio climático, claramente excesiva o quizás un resabio absoluto del pasado.
Fuente: Clarín Rural