Yerba Mate: Cuando la abundancia se vuelve un problema

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“En la yerba hay mentiras sagradas y verdades ocultas”,

Lo decía el recordado Ing. Roberto Montechiesi para describir ciertos aspectos de la actividad. Lo aplicaba a esas definiciones y creencias que, repetidas mil veces como una letanía se aceptan como ciertas, mientras otras —más incómodas— se ocultan o simplemente se niegan.

Información actualizada: ¿Por qué llega tarde?

Recién en la segunda mitad de 2024 comenzaron a conocerse datos claves que permanecieron durante un largo período bajo una inexplicable reserva. La reactivación y publicación de los cálculos de costos de producción por un lado y la actualización de la superficie plantada —suspendida desde 2020— por otro, revelaron lo que ya era inocultable: la realidad de los valores de los costos más allá de las aspiraciones de los productores y un crecimiento acelerado y descontrolado de las plantaciones de yerba mate.

Hoy, la caída del precio del paquete al consumidor y de la hoja verde al productor son síntomas visibles de una crisis que tiene causas más profundas: el brutal aumento de la oferta de hoja verde, producto de nuevas plantaciones realizadas en los últimos ocho años y que ahora comienzan a producir a pleno.

La expansión sin orden

Desde 2020, la yerba mate se expandió fuertemente en la zona productora (Cuadro 1).

El intento tardío del INYM por poner un límite con la Resolución 170/2021 fue insuficiente y llegó cuando la situación era ya irreversible. Legalmente cuestionada, socialmente discutida y finalmente derogada, “la 170” fracasó en su objetivo de ordenar el mercado y favorecer a los pequeños productores.

Para entonces, miles de hectáreas ya estaban implantadas. Se sabía que esas plantas comenzarían a rendir a partir del cuarto año. Nadie puede alegar desconocimiento.

Todos plantaron

Lo que se dio fue una suerte de “carrera por plantar”. Grandes, medianos y pequeños productores. Quienes renovaron viejos yerbales, los que aumentaron la densidad de plantas incorporando nuevas líneas intermedias, los que reemplazaron plantaciones de té o viejos tungales, incluso quienes extendieron sus lotes más allá de sus propios límites, llegando al borde mismo de los caminos. Nadie se quedó afuera.

¿El resultado? A fines de 2024 se registraron 61.070 nuevas hectáreas, un salto del 36% en menos de una década: de 169.187 hectáreas en 2016 a 230.256 en 2024 (Cuadro 2).

De ese total, Misiones incorporó 54.561 hectáreas, y Corrientes 6.509. La responsabilidad no puede atribuirse, como muchos intentaron y aún lo hacen, exclusivamente a Corrientes. El crecimiento se dio sobre todo en Misiones, especialmente en los departamentos de Cainguás, Guaraní, Gral. Manuel Belgrano y San Pedro, este último con un récord de 9.300 hectáreas nuevas. Entre los mencionados cuatro departamentos hay 31.365 has. más de plantaciones de yerba mate, la mitad del incremento del total país en el período estudiado.

Lo cierto es que la expansión no fue un accidente: fue el resultado de decisiones tomadas —o no tomadas— por todos los niveles del sistema productivo.

Se produce más de lo que el mercado puede absorber

La producción de hoja verde promedió 868 millones de kilos entre 2021 y 2024 (Cuadro 3).

En tanto, el consumo interno se mantuvo estable en torno a 276 millones de kilos (Cuadro 4).

Las exportaciones rondaron los 40 millones, con un muy lento inmcremento. (Cuadro 5)

La demanda total actual es de unos 316 millones de kilos canchados.

Incorporando la totalidad de las nuevas plantaciones, la oferta potencial podría superar los 370 millones de kilos canchados. Una diferencia con la demanda de más de 50 millones de kilos, usando un promedio muy conservador de rendimiento por hectárea (4.600 kg de hoja verde/ha). Si ese promedio mejorara, el excedente podría ser aún mayor.

En resumen y en palabras que todos puedan entender: se está produciendo más yerba de la que el mercado hoy puede absorber.

¿Quién se beneficia con la abundancia?

En este escenario, los yerbales recién plantados están entrando en producción plena. La sobreoferta se hace evidente, justo cuando el INYM fue vaciado de herramientas regulatorias —entre ellas, la fijación de precios mínimos obligatorios— por efecto del Decreto 70/23.

Así, el mercado queda a merced del poder de negociación de la industria, que ahora puede imponer condiciones. Sabe que con tanta hoja verde disponible, puede pagar menos, esperar más y comprar en mejores condiciones.

Una política que no fue, una crisis que sí es

Este panorama es el resultado de una ausencia prolongada de políticas públicas efectivas, una renuncia del Estado —nacional y provincial— a planificar el desarrollo productivo de un cultivo estratégico, y la falta de voluntad de los dirigentes del sector para frenar a tiempo un desborde que hoy perjudica a quienes viven de la yerba mate.

La expansión desmedida se celebró como signo de crecimiento. Pero sin control, ese “crecimiento” se convirtió en amenaza. Porque cuando la abundancia no se administra, se transforma en ruina para quienes la generan.

Hoy es urgente repensar el modelo yerbatero. Volver a una planificación racional y posible. Ejercer herramientas de control. Defender el precio justo. Fomentar la demanda en todas las modalidades y mercados. Si no se reconoce el problema —y no se asumen responsabilidades— el sistema productivo entero puede entrar en una crisis de largo plazo.

La discusión ya no puede seguir postergándose: el tiempo para prevenir pasó, ahora es tiempo de corregir y actuar.

Fuente: La Voz Disruptiva