Tras el empate agónico del Bicho sobre el final, el Ciclón se impuso 8-7 en los tiros desde los 12 pasos. Espera por River o Platense.
Los cuartos de final le quedaron chicos a un partido que desde el inicio tuvo aires de finalísima. No por la calidad del juego, sino por la carga emotiva -y también física- que tanto Argentinos como San Lorenzo le brindaron al espectáculo. Terminó siendo un partidazo. Uno para ver en la puntita del sillón mordiendo las uñas. Fue uno de suspenso, que tuvo drama hasta el último suspiro. Hasta brindaron un show de 16 penales, con 15 conversiones y apenas la falla de Maxi Romero que le dio al equipo de Russo el pase a las semis.
San Lorenzo se quedó con un partido para la épica

Finalmente, el orden y rigidez táctica se terminó imponiendo al toque de pelota del Bicho, el mejor equipo en la fase regular pero que no pudo repetir todo lo mostrado en la tarde noche de La Paternal. Posiblemente, porque desde el inicio se jugó como quiso San Lorenzo. Se pegó mucho y fuerte. Se discutió otro tanto y ni siquiera los bancos quedaron ajenos, porque también hubo cruces entre los cuerpos técnicos. En esa locura, la visita consiguió que Argentinos no le generara peligro. Pero a pesar de las pocas chances de gol, el partido siempre fue atrapante porque tuvo temperatura de final.
Lo mejor que hizo San Lorenzo fue tener presencia en el medio. En realidad, hay que sacarse el sombrero por su plantel. En un clima institucional que está lejos de merecer una semifinal, sus jugadores dejaron afuera de la cancha los problemas y se metieron al 100% en el partido. De pasar a no entrenarse por deudas a eliminar al mejor equipo y quedar a dos partidos de un título.
Sobró carácter. Desde Perruzzi, quien jugó su tercer partido en Primera como si de un experimentado se tratara, el Ciclón pudo cortar las conexiones entre Oroz y Lescano. Estaba cómodo San Lorenzo aun llegando muy poco. Apenas algún tiro libre para tirar el bochazo al área y ver qué pasaba en un primer tiempo que se fue rápido y ya con mucha chispa, que se irían incrementando minuto a minuto. Pero claro, cuanto más avanzaba el reloj, en más problemas se metía el equipo hasta ayer sensación. Russo, viejo zorro, sabía que indefectiblemente Argentinos iba a empezar a dejar más espacios cuando perdiera la pelota. Lo mantuvo en cancha a Muniain, de un PT apenas discretó pero que en el ST pasó a ser clave. Con más tiempo para jugar, empezarlo a darle tenencia a San Lorenzo. Casi en la primera clara de todo el partido, Iker comenzó una jugada colectiva bárbara que terminó en un cabezazo certero de Vombergar. A los 24’, la visita se ponía en ventaja por una ejecución bárbara de su goleador. Del lado de enfrente, Molina empezaba a quedar expuesto, porque había tenido también dos de cabeza pero definido muy mal.
Gracias a ese gol del 9 de San Lorenzo, el Bicho despertó. Como nunca, aceleró y el juego de tanto toque empezó a ser más directo. Menos pases y la pelota cada vez más cerca del área para un final de locos y que pudo tener un millón de finales diferentes. Desde Vombergar como figura por haber hecho el único gol del partido hasta Ismael Sosa en una tapa de diario inverosímil.
A los 50’, el anteúltimo centro de lo que ya era la noche terminó en el tercer cabezazo de Molina. Gol de Argentinos. Empate, locura, caos en los bancos. Tumulto, gritos. Quedaba un último minuto y el último centro encontró solito al Chuco Sosa al borde del área chica. Le pegó de zurda y Gill no tenía nada que hacer, pero la pelota se fue besando un palo para ir a los penales.
En la tanda definitoria hubo sangre fría para ejecutar a la perfección casi todos los penales salvo el de Romero. Gill atajó y el Ciclón sigue vivo.
Fuente: Olé y medios digitales