Contrariamente a lo que mucha gente cree y quiere, cualquiera sea el resultado, esto no termina hoy.
Para Clarin por Alejandro Borensztein
Nunca habrá un día mejor que hoy para homenajear a esa gran figura que se ha consagrado en estos tiempos tan inciertos. Un hombre al que los medios pretenden arrumbar en los oscuros confines del olvido y a quien la inmensa mayoría de los argentinos ningunea injustamente, salvo esta página que lo viene reivindicando desde hace tiempo: el Topo Alberto.
A pocas horas de ver coronada su misión de destrozar al kirchnerismo, honremos su martirio político y agradezcamos, en nombre de todos los que abrazamos la causa de la República y la democracia, su sacrificio personal.
Si bien su paradero actual es desconocido, no podemos dejar pasar esta jornada histórica sin hacerle llegar un reconocimiento, aunque para ello debamos recurrir al juego de la copa.
Tampoco se sabe dónde andan sus colaboradores más cercanos, hoy ausentes en los lugares que solían frecuentar. Hasta su vocera, la inolvidable Gabriela Cerruti, ha suspendido conferencias, redes y demás shows que realizaba.
Hoy su rostro solo aparece en las pantallas que se colocan en aeropuertos y oficinas de migraciones donde se muestran las caras de las personas extraviadas. Incluso, hay quienes dicen haber visto el rostro de Cerruti en algún tetra de leche descremada (como hacen en EEUU).
Lo cierto es que el Topo ha logrado su objetivo. Ahora todo dependerá de la persona que gane las elecciones. Un éxito del futuro gobierno terminará con el kirchnerismo, del mismo modo que un fracaso lo traerá de vuelta. Este será el tema a debatir a partir de mañana. Hoy es tiempo de festejos: el Topo cumplió.
Nobleza obliga, y en defensa del “presidente”, hay que repudiar la campaña del candidato Sergio Massa basada en el lema “tenemos presidente, tenemos con quien”, como si Alberto no fuera el “presidente” y estuviera dibujado, como si solo fuera un monigote, un inútil, un señor que pasaba por allí y le dijeron “sentate acá en la Rosada y esperá un ratito”. Eso no se hace. Eso es de mal compañero. Fea la actitud. Los argentinos tenemos “presidente” y, a su modo, sigue siendo Alberto.
Por otra parte, el lema publicitario “tenemos presidente” supone pensar que Massa no tiene nada que ver con este gobierno cuando todos sabemos que fue cómplice del Topo en el plan de autodestruir su propio gobierno para aniquilar al kirchnerismo.
¿Cómo se explicaría entonces que Massa recibió el dólar en 300 mangos y, 15 meses después, lo clavó en una luca o más? Tal vez no lo quiera reconocer por humildad, pero Massa es parte de la epopeya del Topo desde el momento en que recibió de Batakis una inflación del 5%, prometió bajarla al 3% y ya la tiene en el 12%. Ni hablar de sus vinculaciones con Insaurralde, Chocolate y demás integrantes de ese desopilante elenco de comediantes millonarios.
No faltan los que suponen que, si bien Massa obedeció las órdenes impartidas por su jefe Alberto para llevar adelante el plan, el tipo vio allí una oportunidad e intentó sacar una ventaja personal para colar su propia candidatura. Raro ver a Massa tratando de sacar alguna ventajita pero es una posibilidad que debemos considerar a la hora del análisis.
Aquí hay que detenerse para evaluar si el plan del Topo es sustentable en el tiempo o si tiene que enfrentarse con otros planes que lo amenazan. Veamos esto desde la óptica futbolera para entenderlo mejor.
Del mundo del fútbol tengo muchos ídolos pero solo un amigote: el Coco Basile. Gran jugador de la década del 60, campeón de América y del Mundo con el Racing del 1966/67, campeón con el Huracán de Menotti e inolvidable DT de Racing, de Boca, de infinidad de equipos y sobre todo de la Selección Argentina, con la que ganó dos veces la Copa América y no llegó a ser campeón mundial por aquella enfermera que se llevó a Diego de la mano, luego del triunfo contra Nigeria en el Mundial de 1994.
Entre las mil anécdotas que alguna vez le escuché relatar, contaba que en su época de jugador, cuando todos los partidos se jugaban los domingos a las 3 de la tarde, solían almorzar ravioles con estofado o bife de chorizo con papas fritas y ensalada, vino con soda y algún postre tipo flan con dulce de leche. Cuando uno le preguntaba como hacían, después de comer todo eso, para salir a jugar y enfrentar a los rivales, él contestaba: “ellos comían lo mismo”. Algo parecido pasa en la política.
Si bien el Topo puso todo su esfuerzo para devastar al kirchnerismo con la complicidad de Massa y varios más (nunca nos olvidemos, por ejemplo, del gran Ginés) también hay que reconocer que a su vez Cristina tenía preparado su propio plan para vengarse de Alberto y de Massa, sus dos históricos enemigos que tanto la habían maltratado.
Ella hizo presidente a Alberto con el único objetivo de vengarse, humillándolo desde el primer minuto hasta el fin de los tiempos. Algo parecido hizo con Massa, lo puso como ministro de economía para transformarlo en el peor ministro de la historia y luego lo ungió como candidato confiada en que lo tiraba a una hoguera. Veremos como le sale, pero es obvio que Ella también está jugando su partido. ¿Solo eso? No, hay algo más.
Massa también tenía su propio plan: asociarse con el Topo Alberto para liquidar al kirchnerismo y al mismo tiempo conspirar con Cristina, a través de Máximo, para liquidar a Alberto y así abrirse paso a una candidatura presidencial.
Esto lo enfrentaba a un dilema de muy difícil solución: ¿Cómo ser un candidato oficialista competitivo siendo, al mismo tiempo, representante de este gobierno catastrófico producto de que él mismo y Alberto así lo planearon para terminar con el kirchnerismo?
Ahí es donde surge el segundo plan de Massa: impulsar la candidatura de Milei y hacerlo crecer para dividir el voto opositor. En esa idea lo acompañó Cristina, a través de Máximo. Como no podía ser de otra manera, una idea pensada entre Cristina, Máximo y Massa inexorablemente debía fallar, como siempre. Es obvio que calcularon mal, se les fue la mano con el inflador y, por ahora, el plan les está saliendo como el orto.
Acá es donde aparece el plan propio de Milei, que también juega su partido. Consciente del favor que le estaban haciendo Cristina y Massa, aprovechó la mano que le ofrecían y les comió hasta el codo. Pregunta: ¿fue habilidad, oportunismo o suerte? Y ya que estamos preguntándonos cosas sobre Milei, lo más importante: ¿está loco o se hace el loco?
Todo esto se entrecruza, en la otra orilla, con el plan del Gato que ya se devoró a Larreta y, aunque intenta disimularlo, parecería que también se quiere comer a Bullrich, políticamente hablando por supuesto. Veremos si ella resiste a sus propios saboteadores y lleva adelante el plan que tiene desde hace décadas: ser presidenta de la Nación.
Por ahora, el único que cumplió con su plan es Alberto. Soldado heroico. Pero como hemos visto, los contrarios también juegan. El tiempo irá despejando dudas.
Mientras tanto amigo lector, usted no se deje ganar por la ansiedad y la incertidumbre. Vaya, vote lo que más le guste y espere en su casa tranquilo. Eso si, por favor vote bien. No haga macanas.
Lo único que le puedo asegurar es que, contrariamente a lo que mucha gente cree y quiere, cualquiera sea el resultado, esto no termina hoy.
Como siempre en la Argentina, esto recién empieza.
Fuente: Clarin