Por: Gonzalo Abascal Para: Clarín
Cada estadística de los dólares gastados por los argentinos en el exterior se presenta como un problema cuya responsabilidad es de los viajeros. Una mentira que da forma a juicios políticos y hasta morales.
La idea no es nueva pero se fortalece con cada estadística.
La última indica que por los viajes al exterior, 2025 cerraría con una histórica salida de dólares. Las proyecciones, que rondaban en US$ 10.000 millones, llegan ahora a US$ 13.000 millones.
“Este año salieron 9,7 millones de argentinos, mientras que ingresaron 4,1 millones de turistas, con un déficit de 5,6 millones de viajeros”, analizó Marcos Cohen Arazi, de IERAL, en Clarín.
La premisa detrás de ese “déficit de viajeros“se sintetiza fácil: los viajes al exterior son un malgasto de dólares.
Esto es lo explícito, pero se remata con una valoración moral: viajar es una frivolidad que daña la economía.
El relato no surgió de la nada. Los tiempos de la “plata dulce” y del “deme dos” le dieron forma, y lo consolidaron otras voces. Se recuerda a la fugaz ministra Silvina Batakis y su inolvidable “el derecho a viajar colisiona con la generación de puestos de trabajo“.
Completada de modo aún más estigmatizante: “Cuando uno hace compras en el exterior… estamos dañando el futuro de todos los argentinos“. (Meses después se la encontró en la tienda Apple de Manhattan).
La acusación es gravísima. Salir desde Ezeiza es perjudicar a nuestros hijos y nietos. Hay que ser muy mala gente para hacerlo.
Pero Batakis no fue la única.
Más acá en el tiempo, Pichetto reforzó “hay que tratar de evitar que la gente viaje por el mundo“.
La frase es brutalmente descriptiva porque sugiere una prohibición, y connota un lujo innecesario.
No se discute aquí lo estrictamente económico y el problema cambiario, sino el sentido armado a partir de esa realidad. Y es una discusión válida porque esa narrativa formatea posturas políticas e incluso supuestas cualidades morales.
Los que veranean en Mar del Plata son patriotas, los que se van a Florida son vende patrias.
Refuerza un prejuicio en el imaginario colectivo: los argentinos sólo viajan a Miami a comprar Iphones. Frivolidad adjudicada a una clase media desinteresada por la Argentina.
Que los hay, los hay.
Pero la connotación sería muy distinta si se pensara que los argentinos viajan a España para conocer a sus familias de origen y a visitar el Museo del Prado. Que también los hay, claro. Y no son pocos.
La mirada crítica, además, minimiza un dato decisivo: los precios y las alternativas ofrecidas en los diferentes destinos. ¿No será que los argentinos, lejos de la frivolidad, evalúan los costos con detalle y deciden con racionalidad? Los destinos más elegidos desde que asumió Milei fueron Brasil, Chile y Uruguay, y la razón, al menos en los dos primeros casos, son los precios. Lejos de la superficialidad de “Miaaameee“, la mayoría aguanta horas de espera en la frontera con Chile para acceder a bienes por la mitad de precio, o menos. ¿Quién podría juzgarlos por eso?
La discusión continuará mientras la Argentina no genere los dólares suficientes. Pero es hora de darle otro marco y dejar de señalar a los viajeros como antipatrias responsables de la escasez de divisas. Viajar no es la causa del problema macroeconómico. Incluso a Miami a comprar el último Iphone.
Fuente: Clarín
