Por: Ing. Agr. Alberto Tomás Ré Especial para: LVD
El “acuerdo” en la COPROTÉ para fijar un precio de garantía de 95 pesos por kilo, fue considerado “insuficiente” por los colonos

La nueva zafra tealera arrancará el próximo 1° de octubre con el mismo panorama de crisis que dejó la anterior: mercados externos comprometidos, precios bajos, costos internos en alza, impuestos locales distorsivos, y productores que apenas sobreviven. Si bien se llegó a un “acuerdo” en la COPROTÉ para fijar un precio de garantía de 95 pesos por kilo, el mismo fue considerado “insuficiente” por los colonos, mientras la competencia internacional se intensifica.
El ocaso que se repite
En junio, al cierre de la zafra 2024/25, La Voz Disruptiva planteaba el “Ocaso del té misionero”. Hoy, cuatro meses después, la situación no muestra cambios de fondo. La cosecha pasada terminó con 45 días de anticipación, con una caída productiva -que se estima ante la falta de datos oficiales públicos- de hasta un 20 % y testimonios de productores que reflejaban la resignación. La falta de rentabilidad fue entonces y sigue siendo hoy el eje de la crisis. Costos de combustible, energía, insumos y mano de obra hacen imposible sostener márgenes en chacras pequeñas y medianas. La COPROTÉ, que había nacido con muchas expectativas como espacio de concertación, se ha convertido en un ámbito que apenas certifica formalidades sin dar respuestas estructurales.
Precio de inicio: un acuerdo insuficiente
Tras varias reuniones tensas en agosto, el Ministerio del Agro presionó fuertemente para fijar el precio del brote verde que fue promocionado como “de consenso”. La referencia quedó en 95 pesos por kilo, con un repetido paquete de medidas económicas de apoyo estatal al sector: bonificación del 20% en la tarifa eléctrica de los secaderos, descuentos de cheques diferidos y líneas de prefinanciación de exportaciones a tasa bonificada.
Para el gobierno provincial, se trató de un logro de “consenso” y “responsabilidad compartida”. Para los productores, un acuerdo insuficiente. “Nuestros costos rondan los 130 pesos, nos están condenando a trabajar a pérdida”, expresó Karina Gural, de APAM. Schauer agregó: “Hace dos años se pagaban 10 centavos de dólar; hoy estamos un 30% abajo de eso. Ya ni fertilizamos porque no hay cómo sostenerlo”. La aspiración histórica de muchos colonos sigue siendo alcanzar los 10 centavos de dólar por kilo, que con un dólar hoy equivalente a más de 1.300 pesos, llevaría el brote a $ 130 por kilo, muy lejos de lo que ofrece la industria y establece la COPROTÉ.
Voces de los productores
El malestar en el sector primario es evidente. Muchos colonos sienten que no están representados en las mesas de concertación y que sus reclamos son sistemáticamente ignorados. En los últimos años, muchos han optado por arrancar sus plantaciones o sustituirlas por yerba mate. A ello se suma la incertidumbre en el mercado externo. La medida de prohibición del glifosato en Misiones generó dudas en los compradores norteamericanos y aunque ahora su aplicación tiene un período de espera ya comenzaron a mirar hacia otras procedencias.
Se reconoce que el 95% de la producción va al mercado internacional, pero no hay política pública ni estrategia sectorial que permita sostener la competitividad.
La mirada industrial
Desde la vereda de enfrente, los industriales advierten que también atraviesan dificultades: costos en dólares de energía y salarios crecientes, exportaciones estancadas y la presión de competir en precios contra países con condiciones muy diferentes. “Se nos triplicó el costo energético y se duplicaron los sueldos en dólares”, explicó Renzo Klimiuk, de Campo Grande. Eduardo Goldfart, de la firma Valmitran, sostuvo que “el acuerdo no es ideal para nadie, pero es el mejor posible”.
En los hechos, los grandes exportadores (Casa Fuentes, Don Basilio, El Vasco y Urrutia) han diversificado hacia la yerba mate, mostrando que el té dejó de ser un negocio exclusivo para sostener la rentabilidad.
Competencia global, ingresos locales
En Estados Unidos —principal destino del té argentino— Kenia avanza con fuerza. En la última reunión de la “Tea Conference” en Charleston, Carolina del Sur, convención que reúne anualmente a compradores de té de EE.UU y Canadá con los vendedores, se supo que el embajador de Kenia -presente en la reunión- en su exposición expresó claramente que quieren desplazar a la Argentina como proveedor número uno. Con mano de obra barata y respaldo estatal, Kenia, India y Sri Lanka empujan los precios internacionales a la baja, dejando a Misiones en desventaja estructural.
Mientras tanto, las exportaciones argentinas muestran una tendencia descendente: un promedio de 71.000 toneladas en los últimos cinco años. Si bien la caída es evidente y preocupa, no parece ser tan dramática como afirman los industriales. Esta brecha entre el relato de crisis y la realidad de los números, alimenta la histórica desconfianza de los productores, que sienten que la narrativa sirve como argumento para pagarles menos por su materia prima.
Mirando el futuro: una cadena desequilibrada
La crisis del té no afecta a todos por igual. Los productores primarios viven en un ciclo de pérdidas y endeudamiento, con cada vez menos incentivos para seguir en la actividad. Los industriales medianos y grandes, aunque con dificultades, sostienen márgenes, diversifican negocios y acceden a beneficios estatales. El Estado provincial repite medidas coyunturales, sin replantear la lógica de fondo de la cadena.
El inicio de la zafra 2025/26 repite las mismas postales: precios que no cubren costos, productores que piensan en abandonar y un mercado externo cada vez más hostil. El té misionero, lejos de un nuevo amanecer, parece condenado a seguir transitando un ocaso que nadie se atreve a revertir.
Fuente: LVD