Se cumplen once años del fallecimiento de Monseñor Piña, ejemplo de vida por su labor sacerdotal y por la formación de su “Frente Unidos por la Dignidad” (FUD), cuyo triunfo en las elecciones para Convencionales de Misiones, dieron por tierra con las aspiraciones de reelecciones indefinidas de Carlos Rovira.
El obispo emérito de Puerto Iguazú, monseñor Joaquín Piña Batllevell SJ, falleció el 8 de julio del 2013, a los 83 años. Debido a su dedicación en la creación de la diócesis de Puerto Iguazú todos los años es recordado por la comunidad católica y por los amigos que supo cosechar en Puerto Iguazú.
Nació en Sabadell, Barcelona, España, el 25 de mayo de 1930; se licenció en Filosofía por la Universidad de San Cugat, de Barcelona, y años más tarde obtuvo una en Teología por la Facultad del Colegio Máximo de San José, de la localidad bonaerense de San Miguel.
Su lema episcopal: “Para servir”
Fue ordenado sacerdote el 10 de diciembre de 1961 en la Compañía de Jesús, en Asunción, Paraguay, y elegido primer obispo de Puerto Iguazú el 17 de junio de 1986, por Juan Pablo II. Monseñor Piña recibió el orden episcopal el 16 de agosto de 1986, en Puerto Iguazú, de manos de monseñor Jorge Kémerer SVD, obispo emérito de Posadas. Consagraron ese día monseñor Carmelo Juan Giaquinta, obispo de Posadas, monseñor Celso Yegros Estigarribia, obispo de Carapeguá, Paraguay. Su lema episcopal fue “Para servir”. Renunció por razones de edad, según establece la Iglesia, el 3 de octubre de 2006.
Encabezó el frente “Unidos por la Dignidad” para evitar las reelecciones indefinidas
En el 2006 luego de retirarse, protagonizó –con la venia de quien luego sería el Papa Francisco-, la mayor intervención de un cura en la política argentina desde el regreso de la democracia. Lideró la coalición cívica denominada Frente Unidos por la Dignidad (FUD) y se puso al frente como primer convencional constituyente para derrotar al oficialismo misionero en su intento de modificar la Constitución provincial y habilitar la reelección indefinida que impulsaba el entonces gobernador, Carlos Rovira con el apoyo de Néstor Kirchner en pleno apogeo de su poder.
Si se aprobaba en Misiones, el plan era continuar con esa habilitación a la reelección en otras provincias (Felipe Sola en la provincia de Buenos Aires) y algunos sostienen que no se descartaba llevar esa intención al plano nacional, con el sueño de llevar a la familia Kirchner al poder por siempre.
“Cualquier gobierno que se perpetúa se corrompe”, Piña repetía.
Aquella fue una cruzada que todavía se recuerda en Misiones, como los días en los que un líder aglutinó a las voluntades dispersas de mucha gente y logró doblegar al poder político. Ningún dirigente, oficialista u opositor, logró construir un liderazgo como el de Piña.
El frente del cura estaba conformado por una fuerza multisectorial donde se mezclaban partidos, ONGs, sindicatos e independientes embanderados en una cruzada que dividió aguas y definió dos bandos.
El frente de Unidos por la Dignidad (FUD), el 29 de octubre del 2006 Piña le dió un cachetazo al Frente Renovador de la Concordia, imponiéndose por 55% contra 43% y obteniendo la mayoría de los convencionales. El frente consiguió 20 convencionales contra 15 del oficialismo.
La Convención terminó siendo un trámite formal y a los convencionales de la Renovación tuvieron que citarlos con cartas documentos porque no se querían presentar.
Monseñor Piña frustró las aspiraciones de Carlos Rovira de modificar la Constitución Provincial para permitir su reelección indefinida.
Fuente: Informe Diario El Territorio/ Medios digitales