Por: Miguel Wiñasky Para: Clarín
Ganadora del premio Nobel de la Paz, se ha convertido en un símbolo universal de la lucha por la democracia. En la Argentina, el kirchnerismo sigue aliado con el chavismo y Maduro.
Ella, María Corina Machado, la tan agraviada heroína, es Premio Nobel de la Paz.
Contrasta con la foto indigna de los cómplices de la dictadura. Son los que se aglutinaron detrás de las Madres de Plaza de Mayo cuando ya no luchaban por la libertad, del Servicio de Paz y Justicia cuando se alejó de la paz y de la justicia, de los hipócritas propagandistas del terror de Hamas, de los Ayatolas que los defendieron tanto, de José Luis Rodríguez Zapatero, el ex premier español convertido en lobbista del abyecto régimen, de PODEMOS y de todos los suyos rentados por Chavez y Maduro, de Putin, invasor de Ucrania y aliado de la Caracas ensangrentada…
¡Arrastrados ante los tiranos!
La persiguieron como a todos sus colaboradores.
Si aparecía, la desaparecían.
Pero aparecía igual y ellos no pudieron borrarla.
Persiguieron atrozmente a su familia.
Encarcelaron a la mayoría de sus colaboradores.
Continuó su lucha.
Desenmascaró el enorme fraude electoral de la dictadura de Nicolás Maduro.
Aquí, en Argentina, el kirchnerismo se alió y no rompió hasta hoy esa alianza con el narco chavismo torturador.
El primer candidato a diputado nacional de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires, Jorge Taiana, fue -y es- un socio político de la dictadura.
Exiliados venezolanos en Colombia festejan ayer el premio Nobel otorgado a Corina Machado.
No puede, no le sale decir a Taiana que la de Venezuela no es una democracia.
Es que siempre la defendió.
“Hugo hizo lo mismo que Perón, incluyó a una enorme masa de venezolanos, que eran excluidos de beneficios económicos. No se vuelve atrás de esos niveles de conciencia y de organización social.”
Así alababa a Chavez.
“Todos los que tenemos voluntad de transformación debemos apoyar a Nicolás, porque es la mejor forma de continuar el proceso de cambio en Venezuela y lograr una mayor integración entre nuestros pueblos”.
Así apoyaba a Maduro.
¿Y los asesinados y los torturados, y los emigrados, Taiana?
Sostuvo y sostiene a una tiranía que desaparece personas, que lanza tanques contra los manifestantes, que se financia con el narcoterrorismo, que negocia con Irán y con los más siniestros sátrapas del planeta, que vivió su época sangrientamente dorada cuando Néstor Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa y otros socialistas del siglo XXI arroparon a la Venezuela opresora como Cristina Fernández, adoradora de esos déspotas, su condenada socia política y económica. Negociaron con aquella cleptocracia, lucraron, recibieron y condecoraron a Chávez, vivado -hay que decirlo- por miles de argentinos hipnotizados por la cínica y carismática charlatanería de un corrupto y corruptor, heredero directo de la interminable cárcel que fundaron los Castro en Cuba.
Aplaudieron y celebraron a los verdugos.
Hay que pensar por qué parte de la clase política y de la sociedad argentina los justificaron y los ungieron como redentores. Por qué omitieron denunciar a criminales como los del Tren de Aragua, que “razón” lo persuadió para militar a violentisimos ladrones, a los asesinos guardianes del Helicoide, esa mazmorra que es una vergüenza para la humanidad.
Esa semilla venenosa que odia la democracia prendió aquí y con fuerza.
Y la tiranía fue popular.
Hay que decirlo porque es verdad.
Gritaban Kirchner y Chávez: «ALCA al carajo», y en simultáneo negociaban traficando dólares que salían del artificio del precio oficial en Venezuela al precio real en los Estados Unidos, y se llenaban los sucios bolsillos.
María Corina no recibió la solidaridad de las feministas ideologizadas.
Como si la persecución que sufrió no existiera.
El Nobel es, en este caso, un premio al coraje en soledad.
Una soledad a la vez acompañada de los condenados por la narco tiranía.
Es un premio a la perseverancia y a la esperanza.
Un reconocimiento a la lucha pacífica por la libertad.
Una luz que alumbra la dimensión de su perseverante inteligencia política.
Un golpe frente a los miserables que encubrieron y encubren crímenes de lesa humanidad.
Oleadas de venezolanos emigraron hacia el mundo y hacia Argentina también, por supuesto, enriqueciendo este país con un aporte que será herencia cultural para generaciones.
En las marchas de la resistencia a la dictadura que se realizaban masivamente en Buenos Aires, ondeaban sus banderas rojas, azules y amarillas y sus estrellas, y también su sufrimiento, porque fueron arrancados de su país y escindidos de su familia por los narco gobernantes .
Las imágenes audaces y loables de María Corina se suceden en un álbum de su lucha por la libertad.
Disimulada entre una multitud que la aclamaba, sube a una tarima envuelta en sus jeans, su remera blanca, su campera que disimulaba su llegada, hasta que subía al estrado y se enfrentaba a todos los peligros a cara descubierta.
Hablaba contra los vientos y las mareas venenosas de los tiranos.
Partía tras su emocionante discurso en una moto con uno de los suyos. De pronto, las ominosas fuerzas del SEBIN la frenaron, la tiraron de la moto, la detuvieron. Ya era tarde, la presión internacional fue tan grande que debieron liberarla contra la voluntad del siniestro Diosdado Cabello.
Una luz que ya no podía apagarse.
No cedió nunca.
Mientras desde Argentina seguían supuestos intelectuales como Atilio Borón defendiendo a los dictadores.
A ellos y a los iraníes y a Daniel Ortega, ese horror en Nicaragua que continúa derramando sangre, rejas y cadenas.
Los legitimadores argentinos de todos los crímenes y de todas las vejaciones son coautores de la opresión como modelo.
La mayoría, para citar un solo ejemplo, negó el secuestro que sufrieron Jorge Lanata y su equipo por parte del SEBIN en un sucio sótano del Aeropuerto de Maiquetía.
¡Lo negaron con un caradurismo militante inolvidable e imperdonable!
Escondían los horrores y defendían a los opresores.
Sofistas, arrogantes, se creyeron eternos.
María Corina es la garantía, la linterna que alumbra y que los derrumba.
La quisieron amordazar y fue imposible.
«Mientras más nos amenacen, mientras más nos ataquen, más fuertes nos hacen, y más unidos nos encontrarán.»
Porque es así.
Vergüenza para los colaboracionistas argentinos y del mundo.
Porque Maria Corina no se rinde.
Fuente: Clarín