Por: Eduardo van der Kooy Para:Clarín
La nueva excursión de Milei a Washington para otra visita a Trump tendría como objetivo, si fuera posible, apurar los tiempos del auxilio financiero.
Queda en evidencia que el gobierno de Javier Milei exhibe enormes dificultades para desarrollar la campaña electoral que dentro de 26 días desembocará en la votación crucial de las legislativas. Tantas resultan las dificultades internas estimuladas por errores libertarios, obstáculos de la oposición y el deterioro objetivo de la realidad socio-económica, que el Presidente parece dispuesto a jugar sus principales cartas a la sólida relación que lo une con Donald Trump en Estados Unidos.
Después de la debacle del 7 de septiembre en Buenos Aires, el Gobierno consiguió un anclaje cuando el modelo financiero de Luis Caputo, el ministro de Economía, estaba a un minuto de dar una vuelta de campana. Sucedió con aquel tuit de respaldo del líder republicano y las manifestaciones del Secretario del Tesoro, Scott Bessent, acerca de que se le daría a la administración libertaria la asistencia financiera que fuera necesaria.
Esa intervención potente e inédita alcanzó para tranquilizar las aguas de los mercados durante cuatro días. La tendencia insinuó un cambio el viernes pasado. Continuó hasta ahora con la cotización inestable de bonos, acciones, dólar y el repunte del riesgo país. Diez días más tarde de aquella novedad, Milei ha conseguido un refuerzo político: otro encuentro con Trump el 14 de este mes, esta vez en Washington. Menos de dos semanas antes de las legislativas.
Nadie conoce con certeza qué efecto podrán tener en el electorado aquellos gestos de Estados Unidos a favor del líder libertario. En todo caso podría arribarse a una conclusión. Milei encuentra fuera de la Argentina el plafón político que no posee aquí. Habrá que preguntarse por qué razón. ¿Hay una oposición empeñada en destruirlo?, como reza el relato oficialista. ¿O aquel empeño resultó atizado por los propios libertarios, que en su época de auge se dedicaron a agraviar a toda la dirigencia que señalaba diferencias sobre el rumbo adoptado?.
El apoyo de Washington, entre muchas generalidades, incluyó un par de precisiones. Que los mecanismos del rescate se podrían colocar en marcha después del 26 de octubre. También que la administración libertaria deberá encargarse de trazar la futura gobernabilidad. Los presuntos consensos de los cuales ha venido hablando el Fondo Monetario Internacional (FMI) cada vez que hizo referencias a la situación argentina.
La nueva excursión de Milei a Washington tendría como objetivo, si fuera posible, apurar los tiempos. Es decir, algún anuncio concreto acerca del monto y las condiciones del salvataje argentino. Otro auxilio que la realidad política doméstica no estaría en condiciones de facilitarle.
Al Gobierno parece sucederle lo mismo que a muchos de sus antecesores sorprendidos por un traspié. Se exhibe atrapado por el llamado “síndrome de la derrota”. No hay casi nada que le salga bien. Navega con sensación de deriva. Con un agravante de origen del cual Milei no es culpable: la Libertad Avanza es una fuerza extremadamente frágil, con mínima representación parlamentaria y nula territorialidad. Campo propicio para las tropelías que suele urdir el kirchnerismo cuando huele a sangre.
Milei recurrió de urgencia a Mauricio Macri, a quien se encargó de destratar públicamente durante un año y medio. Existieron chateos y una reunión. Da la impresión de que llegaría con demora por un motivo: el PRO ya no es aquel partido homogéneo que acompañó a los libertarios en su inicio. Se ha fragmentado desde que los estrategas de La Libertad Avanza (Karina, en especial) tomaron una decisión nociva para ese conjunto. El enfrentamiento contra el macrismo en la Ciudad que coronó ganador al portavoz, ahora ausente, Manuel Adorni. Vale recordar que se coronó con un 30% de los sufragios.
El desafío alejó definitivamente del oficialismo a muchos dirigentes del PRO con vida propia. Entre ellos, la diputada María Eugenia Vidal. Al líder libertario le hizo creer algo similar a aquello que Cristina Fernández convirtió en arenga luego del triunfo aplastante con el 54% de los votos, en primera vuelta, en el 2011. La reedición de un fatal “vamos por todo”.
Esa creencia indujo a Milei y a su Triángulo de Hierro (Karina y Santiago Caputo) a una mala praxis en los armados políticos provinciales, para elecciones locales y luego nacionales, solo entendible en personas extremadamente inexpertas. De los 11 comicios realizados hasta el presente (en Santa Fe se votó en dos ocasiones) los libertarios ganaron en la Ciudad y en Chaco, en alianza con el gobernador radical Luis Zdero. Aunque nunca se sabrá el caudal que aportaron fue el único registro nacional que rebasó el tercio (45%).
Las carencias estructurales han llevado a Milei a intentar asumir la centralidad excluyente de la campaña. Como lo hizo con aquella gran e inesperada victoria del 2023. Hay una gigantesca diferencia: debe explicar su año y medio de gestión, el déficit ya evidente del esquema macroeconómico, los ajustes sobre sectores híper sensibles (educación, salud, discapacidad) y escándalos sobre presunta corrupción que, tiempo antes, adjudicaba únicamente a “la casta” a la cual venía a combatir.
Escuchando ahora sus argumentaciones resulta imposible no asociarlas con las excusas que aquella “casta” siempre supo esgrimir. Serían solo maniobras mal intencionadas producto de la campaña electoral. Por esa necesidad de improvisación permanente el Presidente incurre en flagrantes contradicciones. Había denunciado, por caso, que los audios del ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANSIS) Diego Spagnuolo, en los cuales hablaba de supuestas coimas cobradas por Karina y Eduardo “Lule” Menem, habían sido realizados con Inteligencia Artificial. En un reportaje de las últimas horas sostuvo que lo había echado por no haber denunciado las anomalías a la Justicia. Convalidación involuntaria de las irregularidades.
El Presidente calificó, por otra parte, de “chimento de peluquería” los cargos que se acumulan contra el primer candidato a diputado en Buenos Aires, José Luis Espert, por sus relaciones con una persona, Fred Machado, que está involucrado en una causa por narcotráfico en Texas, Estados Unidos. Al presentar pruebas, el fiscal adjuntó una planilla en la cual figura un giro de U$S200 mil realizado en 2019 a favor del diputado libertario.
Las explicaciones de Espert, en ese aspecto, también sobresalieron por su insolvencia. Hace años que se le adjudica el vínculo con Fred Machado. En 2019 fue transportado a Viedma –para presentar un libro– en un avión del empresario imputado en Texas. El candidato aceptó el episodio. Pretendió salir del paso con una explicación sobre sus buenos modales. “Cómo no iba a agradecerle si me llevó en el avión”, sostuvo. Como si se hubiera tratado de un taxi.
La candidatura de Espert en Buenos Aires, donde el Gobierno debe reducir drásticamente la diferencia de 13 puntos que le arrancó en septiembre el kirchnerismo, es motivo de una controversia caliente en el interior libertario. Está siendo objetado en el Congreso por ser el titular de la Comisión de Presupuesto. Por sugerencia de Diego Santilli, tercer aspirante, no asistió el viernes a un acto en el interior bonaerense. Milei, pese a todo, pretende sostenerlo porque la postulación obedeció a una decisión personal. Contraria, aunque suene raro, a la opinión de Karina y el joven Caputo.
Fuente: Clarín