La foresto industria atraviesa lo que muchos califican como “tormenta perfecta” porque se confluyen situaciones de caída del consumo interno, paralización de la obra pública y con ello de la demanda, apertura de importaciones, altos costos impositivos, atraso cambiario y competencia internacional de productos terminados, todas ellas juntas, amenazan con desmantelar una de las principales industrias de Misiones y del país.
Un sector en jaque
El sector forestal argentino, con fuerte anclaje en Misiones y Corrientes, reúne a productores pequeños y grandes, aserraderos, industrias celulósicas, comerciantes y exportadores. Sin embargo, enfrenta una crisis profunda que ya muchos califican como muy grave. Las voces de empresarios, dirigentes sectoriales y funcionarios provinciales dan cuenta de un escenario donde confluyen problemas internos y externos, que ponen en jaque a miles de empleos y a la continuidad misma de las industrias.

Una tormenta perfecta
Guillermo Fachinello, presidente de Apicofom y de la Confederación Económica de Misiones, describe el escenario actual como una “tormenta perfecta”. Según sus palabras, las plantas industriales trabajan a menos de la mitad de su capacidad, mientras que la obra pública paralizada y los altos costos impositivos, energéticos y logísticos ahogan la rentabilidad. A ello se suma “la amenaza de productos importados, especialmente desde China, que compiten con precios imposibles de igualar”. La paralización de la construcción, que históricamente dinamizó la demanda de madera, dejó sin motor a un sector ya debilitado.
Concentración y riesgo para las pymes
Hugo Escalada, por su parte, director del Instituto Forestal Provincial, advirtió que la crisis está acelerando un proceso de concentración del sector en pocas manos, como ya ocurrió con el té, el tabaco y la yerba mate. Las pequeñas y medianas industrias, con menor espalda financiera, son las más afectadas y muchas enfrentan el colapso. Escalada también denunció “la falta de reclamos contundentes por parte de cámaras y empresarios, en parte por afinidad ideológica con el gobierno nacional, lo que profundiza la pasividad frente a la crisis”. En este contexto, alertó sobre la amenaza que representan las casas prefabricadas importadas desde China, que no generan empleo ni valor agregado en el país.
Inflación, importaciones y atraso cambiario
Por su parte, desde Apicofom, el empresario Germán Rockembak sostuvo que “la situación se agravó en 2025 respecto del año anterior. La inflación mensual supera al ritmo de devaluación, dejando a las exportaciones sin competitividad”. En paralelo, el ingreso de productos de madera desde Brasil y China se suma a un mercado interno deprimido por la falta de consumo y la paralización de obras públicas. Rockembak advirtió que “detrás de cada aserradero hay familias y servicios contratados, y que la caída del sector arrastra a toda la economía regional”.
Comité de crisis y caída de empleo
La Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (Faima) creó un Comité de Crisis ante la magnitud de la recesión. Según su director ejecutivo, Fernando Couto, “el 90% de las empresas adelantó vacaciones, casi la mitad redujo turnos y un 40% aplicó suspensiones. Con la capacidad instalada en apenas un 50%, los despidos masivos parecen inevitables si no hay cambios inmediatos”.
En Misiones, el impacto se refleja también en la construcción: en el último año cerraron 65 empresas constructoras y el empleo registrado se redujo a menos de la mitad respecto de 2015. La crisis golpea con más fuerza a las pymes y empresas unipersonales, que no logran sostenerse.
“Desde mayo o junio del año pasado la actividad empezó a frenarse y cada vez se hizo más notorio”, añadió Couto. Sostuvo “que el principal problema proviene de la demanda, ya que se depende en un 75% a 80% del mercado interno y el resto de las exportaciones”. Indicó que “por el tipo de cambio usado como ancla nominal y la baja de precios internacionales, la exportación comenzó a caer”.
Datos oficiales vs mirada privada
El Gobierno Nacional destacó que durante la gestión de Javier Milei aumentó en casi 49.000 hectáreas la superficie forestada, alcanzando más de 1,3 millones de hectáreas implantadas. Sin embargo, referentes del sector privado señalan que esas plantaciones corresponden mayormente a reposición de plantaciones que fueron cortadas para su industrialización, no a nuevas inversiones.
Consultores y empresarios advierten que el atraso cambiario, la caída de la construcción y la falta de financiamiento desalientan nuevas plantaciones, especialmente entre pequeños productores. La Ley 25.080, piedra angular de la actividad forestal al haber promocionado y posibilitado el desarrollo de una enorme masa forestal, fue prorrogada hasta 2029 pero hoy se encuentra desfinanciada, sin recursos para incentivar el crecimiento de la superficie forestada, con lo cual se ha transformado prácticamente en una letra muerta.
Reflexiones en contexto
Si bien empresarios del sector califican esta crisis como “la más grave de la historia”, resulta necesario poner en perspectiva: la Argentina atravesó episodios mucho más severos, como las hiperinflaciones de 1989, de 2001 y la crisis inflacionaria encubierta que estalló en 2023.
La actual coyuntura combina múltiples factores: la decisión inicial del gobierno de Milei de frenar la emisión monetaria y cortar la obra pública para contener la inflación, el sinceramiento de costos energéticos y logísticos tras la reducción de subsidios, y la política de apertura económica con menor intervención estatal. En este marco, muchos empresarios piden medidas de protección: prohibir importaciones, obligar a constructoras a usar madera, o campañas estatales de promoción financiadas con fondos públicos.
El dilema es evidente: reclaman libre competencia por un lado, pero al mismo tiempo exigen protección frente a esa competencia. Y en un país con múltiples sectores en crisis que también demandan perentorias soluciones, chocan con la realidad de un Estado sin recursos.
Faltan propuestas innovadoras que permitan al sector reposicionarse en un mundo donde la competitividad ya no depende de subsidios sino de productividad, eficiencia y valor agregado.
Un potencial desaprovechado
Argentina tiene potencial para instalar entre tres y cuatro mega-plantas de pasta celulósica, que podrían generar miles de empleos y divisas. El sector forestal está incluido en el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) como una de las cadenas estratégicas del país. Sin embargo, la falta de certezas políticas y económicas frena los desembolsos de capital nacional y extranjero. En palabras de empresarios del sector, no se esperan grandes inversiones hasta que no se consolide un rumbo económico estable en el tiempo, con una previsión de reglas claras a cumplir.
Observación crítica
La foresto industria argentina enfrenta una crisis que combina factores coyunturales: desajustes macroeconómicos, atraso cambiario, elevadas cargas impositivas de todo tipo (nacionales, provinciales y municipales), paralización de la obra pública, con problemas estructurales arrastrados por décadas: ausencia de políticas estables, falta de infraestructura, altos costos logísticos, de energía y laborales.
Misiones, epicentro de esta actividad, sufre con particular intensidad los efectos sociales y económicos de la parálisis. La paradoja es que se trata de un sector con alto potencial para generar empleo, industrialización y divisas.
Ideas nuevas para un mundo nuevo
Lo que falta en el debate actual son propuestas de futuro. El sector forestal —como tantas otras actividades de Misiones— vuelve una y otra vez a pedir recetas del pasado: más protección, más subsidios, más restricciones a la competencia. Pero esas fórmulas ya demostraron sus límites.
La clave está en diseñar estrategias innovadoras: inversión en tecnología para mejorar la productividad, integración de la madera en la construcción moderna, financiamiento cooperativo para pymes, promoción conjunta desde el propio sector y no solo dependiente desde el Estado.
La gran pregunta no es cómo sobrevivir a la tormenta, sino cómo prepararse para competir en un mundo que cambia aceleradamente. Si no se generan ideas nuevas para tiempos nuevos, el sector forestal corre el riesgo de repetir décadas de frustraciones y de volver a perder otra oportunidad histórica.
Fuente: LVD y medios digitales