Ahora dicen que la Causa de los Cuadernos no fue cometa de los empresarios ni extorsión de los funcionarios, fue aporte electoral. Hermoso.
Por: Sergio Borensztein. Para: Clarín
Grimaldi’s es la mejor pizzería de Nueva York. Ubicada en Brooklyn, a media cuadra del puente, nunca hay lugar. Salvo Frank Sinatra y Al Capone, el resto de los mortales siempre han tenido que hacer cola para entrar. Hay otros privilegiados que tampoco tienen que esperar mesa, pero son menos conocidos. Ángelo Calcaterra tiene la suerte de que Mauricio Macri no sea uno de esos habitués, at Grimaldi’s Coal Brick-Oven Pizzería. Veamos.
De haber sabido antes que las coimas pagadas y cobradas en la obra pública podían hacerse pasar como aportes de campaña electoral, nos hubiéramos ahorrado infinidad de disgustos.
Al menos esto es lo que surge del fallo judicial que esta semana favoreció a Ángelo Calcaterra. Si bien el primo del Gato, como tantos otros empresarios, había confesado en su momento haber pagado coimas a los mismos funcionarios que le adjudicaban y le controlaban las obras, ahora la Cámara de Casación dictaminó que aquellas cometas no eran tales sino que eran simples aportes a las campañas electorales.
No importa si la guita fue entregada por choferes en bolsos abandonados en oscuros garages y recogidos por desconocidos con anteojos negros y un andar que produce eco. No fue cometa de los empresarios ni extorsión de los funcionarios, fue aporte electoral. Hermoso.
En todo caso, podría interpretarse que los funcionarios kirchneristas solo se olvidaron de hacerle la factura y Calcaterra solo se olvidó de pedir el recibo.
Olvidos que se podrían justificar en la emoción que todos debían sentir por estar haciendo semejante aporte a la democracia.
La misma emoción podría extenderse a todos los benefactores que aparecen en la causa de los Cuadernos, resultado de la gran investigación de Diego Cabot. Ni hablar de la emoción que debían sentir los recaudadores kirchneristas cuando les llegaban los bolsos.
En principio, este episodio tiene una cara dramática y otra positiva. Empecemos por la dramática que suele ser más divertida.
Según se desprende de los cuadernos de Centeno, y de lo que el mismo Calcaterra confesó, el tipo puso millones de mangos entre 2013 y 2015. Si aceptamos que esa guita no fue una coima sino un aporte a la campaña electoral, quiere decir que el tipo fue uno de los principales aportantes de… Daniel Scioli!!
De ser cierto lo que dictaminó la justicia, y lo que ahora dice el propio Calcaterra, este muchacho no solo cometió la torpeza de apostar al candidato perdedor sino que, mucho más grave aún, traicionó a la familia apostando contra su propio primo Mauricio y defraudando a sus millones de votantes. Si esto fue dicho para zafar de la condena o porque realmente fue así, no hay diferencia: la ofensa a l’omertá es la misma. Caramba, que mal se leería esto entre los habitués de Grimaldi´s.
Justamente, una de las características de esta pizzería es el tamaño de sus hornos, no solo por la cantidad de pizzas que despachan sino porque cada tanto los usan para dorar trozos de desafortunados traidores. Evitemos que el fallo judicial se conozca en Brooklyn antes de que marche una de Pepperoni alla Calcaterra.
Conociendo las cualidades personales de Macri, el Gato jamás le pediría a Luca Brasi que visite a su primo Angelo. Aunque si tomáramos en serio el fallo judicial, bien que se lo merecería. Hasta acá la parte dramática de todo este episodio.
La parte positiva es que, a partir de ahora, todos podemos hacer curros con el Estado y robar todo lo que querramos porque tenemos una coartada perfecta: estamos poniendo plata para la campaña. O la estamos recaudando, lo cual es mucho más interesante porque, en ese caso, la guita la estaría poniendo otro. Nada explicaría mejor aquello de “La Patria es el otro”.
Amigo lector, si alguien lo acusa de haber hecho un chanchullo con AySA bien podría usted decir que en realidad estaba haciendo un aporte a la campaña de Massa. Y si ahora le encuentran una canuto en negro, podría decir que la está juntando para la campaña Javi 2027. O de Cristina, da lo mismo. Los candidatos van y vienen, lo que quedan son los dólares.
Es más, el propio José López podría aprovechar este fallo para decir que la guita que estaba dejando en el convento era lo que sobró de la campaña presidencial 2015 y la estaba guardando para la de 2019, lo cual posiblemente tenga algo de cierto. El hecho de que la guita se les mezcla en el bolsillo y un poco se la gastan en campaña en el conurbano y otro poco en champagna en Marbella, es un simple problema de desorganización administrativa.
El fallo también sirve para chiquitaje. Si usted está volviendo del cumple de su cuñado y lo paran para un control de alcoholemia, podría ofrecerle una buena cometa al policía de la ciudad, sin riesgos. Si el tipo agarra, todo bien. Y si le toca uno honesto y lo mete preso, usted siempre podrá alegar que era un humilde aporte de campaña para la reelección de Jorge Macri y listo.
O sea, esta invención de la Cámara de Casación sirve para todos y todas. Lázaro Báez podrá decir que nunca choreó sino que juntaba guita para las campañas de los Kirchner. Los mismos Kirchner ya no tendrán que hablar de lawfare sino que podrán explicar que, para perpetuarse en el poder, tenían que ganar muchas elecciones y, por lo tanto, debían juntar bocha de guita para financiar las campañas. Incluso podrían aprovechar el argumento para culpar a Milei de que últimamente las campañas están carísimas. Hasta Insaurralde podría decir que estaba en el Bandido juntando guita para la campaña de Kicillof.
Este fallo también sirve para reivindicar la figura del secretario de Kirchner, Daniel Muñoz. Cuando el tipo compró propiedades en Miami y Nueva York por 70 palos verdes no estaba sacando guita ni era el testaferro de nadie. Simplemente invertía los recursos kirchneristas de las futuras campañas para evitar que se desvalorice el capital.
En otras palabras, todo acto de corrupción dejó de ser un delito y pasó a ser un aporte electoral. ¡Suéltenlo a Cositorto! No sean guachos. La guita que se fumó no era choreo sino que fue destinada a la campaña de algún candidato, posiblemente uno que perdió, si no el tipo ya estaría libre.
Llevado al extremo, algunos desarrolladores inmobiliarios podrían justificar que garparon para aprobar convenios urbanísticos que les permitieron levantar 30 pisos en lotes donde solo se podían hacer 8. Eso a cambio de pintar dos toboganes y poner un sube y baja en una plaza.
No eran cometas sino simples aportes a la campaña de Larreta. A juzgar por los resultados, aportes al pedo pero aportes al fin.
Es más, ya no necesitamos a Lijo en la Corte. No hace falta proteger corruptos porque a partir de este fallo ya no hay más corruptos.
Gran noticia para Lousteau porque zafó de tener que poner la cara por sus socios y verse obligado a aprobar la designación del juez.
Son infinitos los beneficios que se desprenden de este nuevo fallo, pero nada que modifique el panorama de los que pagamos impuestos. De hecho, es de estos impuestos que salen aquellas guitas. La ponemos todos nosotros.
Nosotros, los boludos de siempre.
Fuente: Clarín