Reflexiones de Durán Barba acerca de la llegada de Javier Milei a la presidencia y su relación con la interpretación de la sociedad actual
Por: Jaime Durán Barba Para: Perfil
Ganó las elecciones Javier Milei, un candidato de la nueva política, como han sido los de otros países, sobre los que hemos escrito durante más de una década. Milei no tiene un partido estructurado, su fuerza reside en jóvenes que desprecian la política y la formalidad, entusiasmados con su mensaje de libertad y su estilo disruptivo. Su triunfo marca un punto de quiebre en la historia argentina que se inscribe dentro de la agonía de la democracia representativa de Occidente. Nada será igual dentro de cuatro años.
Asume la presidencia Javier Milei, el político de nuestro país que tiene más impacto en el mundo. No hay otro mandatario latinoamericano que suscite tanto interés en Occidente. Los asistentes a su posesión y quienes lo felicitaron por el triunfo, son muestra de su impacto. Tratemos de entender lo que representa.
Durante la campaña el periodista Tucker Carlson le hizo una entrevista de 35 minutos que, en menos de 16 horas, tuvo 326 millones de visualizaciones. También acumuló 175 mil likes, 49 mil retuits y 8.195 comentarios, que alcanzaron a cuentas que no siguen a Carlson, lo que habrá incrementado sustancialmente su difusión. Es la entrevista más vista de la historia, superó a la que hizo el propio Carlson a Donald Trump, que tuvo 265 millones de visitas. ¿Porqué la entrevista a un candidato argentino fue vista por diez veces más personas que la cantidad de electores del país?
En otro evento de la campaña, Milei apareció arrancando de una pizarra letreros con los nombres de los ministerios que cerraría si ganaba las elecciones. El video superó los dos millones de reproducciones en TikTok, tuvo más de 245 mil likes y 6 mil comentarios. Eso supone un impacto muy superior al que puede tener la visita a una provincia, en la que el candidato es visto por unos pocos miles de electores y cuya difusión puede aburrir a unos pocos más.
En el otro extremo está el spot de una candidata que ofrecía construir una cárcel para encerrar a otra señora de la tercera edad que le cae mal. Una discusión de damas que no interesa a nadie en el país ni en el mundo.
No hay otro mandatario latinoamericano que suscite tanto interés en Occidente
El discurso de Milei integró ideas provocadoras, originales, proponiendo soluciones sencillas para los complejos problemas por los que atraviesa el país. Contrastó con los complicados programas de gobierno de los líderes arcaicos que nadie leyó. Milei supo llegar a la gente común.
Los políticos verticales quieren proyectar con frecuencia, la imagen de que ellos y solo ellos son los que hacen todo en la campaña. Eso era posible cuando se creía que existían líderes iluminados, que podían orientar a la gente ignorante.
Actualmente los conocimientos acerca de todo crecen cada minuto exponencialmente. El paradigma de la astronomía tiembla de un día a otro, cuando el astrónomo James Webb observa una estrella que tiene 26.700 millones de años, y seis galaxias más antiguas que el big bang. Ningún conocimiento dura mucho.
Está cuestionado todo lo que se creía hasta hace cinco años, acerca de cómo nos comunicamos y cómo se viralizan los mensajes en la red. Nadie puede conocer todas las investigaciones que se hacen en torno al comportamiento humano y los mecanismos que empleamos para comunicarnos. A nivel académico, los estudios hechos en el MIT, particularmente los dirigidos por Alex Pentland, creador de la Física Social, destrozan los supuestos sobre la importancia de los influencers y los diseños de las piezas para lograr la viralización del mensaje. Esos conocimientos académicos, aplicados a la política, conducen al uso de técnicas que usan las relaciones de los individuos comunes, para armar una telaraña que viralice el mensaje. Las hemos empleado en los últimos años, logrando que miles de voluntarios se integren a una campaña produciendo y difundiendo contenidos.
Es bueno confiar en quienes ayudaron al proyecto cuando parecía imposible
Milei tiene en su entorno personas preparadas que entienden la nueva política y que también saben usar estas técnicas. Contó, además, con algo único: el apoyo masivo de jóvenes de la nueva era, que usan espontáneamente las plataformas de esta manera.
La difusión masiva de su entrevista con Carlson y de los contenidos de su campaña, se explican porque los jóvenes que le respaldan actúan de la manera que ha servido a Pentland para elaborar su teoría. A Milei lo respaldan muchos jóvenes que navegan en la red con la naturalidad con la que, a su edad, yo leía En Busca del Tiempo Perdido. Actúan espontáneamente de forma que difunden los contenidos de la campaña.
Algunos analistas dijeron que eran jóvenes desesperados por la situación del país, despechados tanto del kirchnerismo como del macrismo, pero eso no es exacto. Lo que movió a los seguidores de Milei no fue la angustia, sino la esperanza. No estaban paralizados mirando un pasado al que otros candidatos los invitaban a volver. Eran electores animados por una utopía, una ilusión.
La campaña de Milei se hizo a través de las redes sociales, herramientas ideales para difundir un mensaje de rechazo al establecimiento, que expresa las pulsiones de los nuevos tiempos argentinos y de la sociedad hiperconectada. Es posible que haya usado la vara que suelo emplear para medir la eficiencia de la comunicación política: comunica mejor aquello que habría molestado más a mi abuelita y sus amigas a la hora del té.
La comunicación política contemporánea es contracultural. Decirle al Papa “representante del Maligno” y que él le califique de “Adolfito” ayudó al éxito de Milei. El “pedile disculpas” de Massa no le dio resultado. También lo ayudó perder el debate, aparecer como un ser humano espontáneo y no como un político profesional.
Sus propuestas fueron tanto más eficientes cuanto más extrañas. No importaban mucho los contenidos, sino que decía consolidar la imagen de que Milei no se parecía a los políticos de siempre. Los ataques de los adversarios que usaron elementos de su vida personal y de sus creencias para denostarlo, solamente lo fortalecieron. Le dieron más votos y fueron el atractivo que lo convirtió en un líder internacional que expresa las tensiones de seres humanos de otros países cuyos valores volaron por los aires en el mundo de la posverdad. Los jóvenes que votaron por Bolsonaro, Trump, Boric, Castillo, los que saquean los comercios en Philadelphia llevándose teléfonos inteligentes y ropa de marca, no se mueren de hambre, simplemente quieren consumir.
Ganó las elecciones un candidato de la nueva política, como han sido los de otros países, sobre los que hemos escrito durante más de una década. Milei no tiene un partido estructurado, su fuerza reside en jóvenes que desprecian la política y la formalidad, entusiasmados con su mensaje de libertad y su estilo disruptivo. Se tomó muchas selfies divertidas con gente que se encontraba en la calle, y casi ninguna foto con gobernadores, intendentes, líderes políticos solemnes que hablaban de lo mal que está el país. Todos ellos aburren porque dicen lo mismo. Milei calza mejor en un concierto en el que se interpreta la Balada para un Loco de Piazzolla o Sympathy For The Devil de los Rolling Stones, que en un escenario en el que hablen del liderazgo eterno de Néstor y Cristina.
En términos del libro de Malcolm Gladwell, “David y Goliat”, Milei fue el David que apareció luchando en contra de los poderosos, enfrentado a un establishment, a una casta antipática, y ganó. Por eso atrae la simpatía nacional y mundial.
Ahora se enfrentará con los problemas que trae chocar con el establishment. Tiene en el Congreso una representación pequeña, lo que ha ocurrido con casi todos los presidentes de la región, elegidos después de la pandemia. Por el momento, muchos estarán dispuestos a subirse a su barco. Es lo que vivimos a lo largo de cuarenta años de experiencia política. La primera reunión de Macri con los gobernadores, todos de oposición, parecía la reunión de una unidad básica de fanáticos del PRO.
Los que llegan presurosos cuando se puede ganar, se van pronto y se convierten en críticos feroces. Es bueno confiar en quienes ayudaron al proyecto cuando parecía imposible. El gobierno está logrando una buena combinación entre jóvenes que fundaron el proyecto y gente con experiencia, poco conocida por la mayoría de los ciudadanos.
Los libertarios ganaron las elecciones y tienen derecho a intentar llevar adelante su programa, aunque no sea del agrado de minorías movilizadas que tuvieron un respaldo popular ridículo. Necesitarán hacer un trabajo de comunicación indispensable para que la mayoría de sus partidarios no los abandonen, como ha sido lo normal en todos nuestros países con los presidentes elegidos en ola pospandemia.
Más allá de la gente, el Congreso es parte indispensable de la democracia. Los diputados y senadores representan legítimamente intereses de grupos y provincias, responden a sus electores. Milei estará obligado a negociar con ellos. Son representantes de la voluntad popular, no empleados del gobierno.
La elección de Milei marca un punto de quiebre en la historia argentina que se inscribe dentro de la agonía de la democracia representativa de Occidente. Nada será igual dentro de cuatro años. En la hipótesis de que fracase Milei, no volverán los viejos partidos como los conocimos. Habrá que repensarlo todo o caducar.
Se viene una nueva realidad en la que la izquierda obsoleta perdió su espacio. Ortega y Maduro son dos dictadores que no tienen que ver con una utopía. Presiden grupos de cleptómanos con cuentas millonarias en Andorra, y ahora intentan iniciar una guerra para robar los recursos naturales de Guyana. Su raíz ideológica está en Tachito Somoza, no en Carlos Marx. Cuba es un escombro de la Guerra Gría que quedó flotando junto al Triángulo de las Bermudas. Son parte de una novelería que acabó.
Además de superar la situación que hereda, el nuevo gobierno debe situarse en una realidad en la que tienen el liderazgo empresas digitales como Uber, Amazon, Mercado Libre, Airbnb. Según Michio Kaku la combinación de la inteligencia artificial con la computación cuántica están por llevarnos a un salto en la evolución, hacia lo que será una nueva especie. Según el último informe de Goldman Sachs, en los próximos años, trescientos millones de personas perderán sus puestos de trabajo como consecuencia del desarrollo de la inteligencia artificial. Según lo prevén estudios de las grandes universidades del mundo, la mitad de los argentinos perderá su empleo durante el gobierno de Milei, por el desarrollo de la robótica y la tecnología. Necesitamos un liderazgo que enfrente el pasado, pero sobre todo que sea capaz de prepararnos para la nueva etapa de la humanidad.
Fuente: Diario Perfil